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“Me llamo Shirley pero se pronuncia: Sirléy” expresa con una sonrisa amplia. Luego me mira directo a los ojos y afirma orgullosa: “Me reconozco como una madre guerrera. Amo la partería, estoy enamorada de la partería y de los parteros que tengo a cargo. Soy feliz”. 

 

Shirley Maturana tiene treinta y nueve años y seis hijos, es “partera semilla”, puede atender un nacimiento sola pero aún no es una “partera experta”. Me comparte emocionada que el momento más feliz es cuando el recién nacido llora, cuando las lágrimas de la mamá dejan de ser dolor y comienzan a ser de felicidad. 

 

Sobre su proceso de aprendizaje comenta que se dió de la mano de referentes de la asociación, capacitaciones y su curiosidad: “Me gané el premio de preguntona, la seño Manuela siempre me ha dicho pégate a las que saben, mira allá hay libros, lee, pregunta.”

 

Shirley tiene herencia indígena y africana, se siente conectada con el poder de las plantas pero también menciona la “mano de Dios” en los cambios positivos en su vida. Su carisma y amor por la partería la han convertido en una de las coordinadoras estrella, aunque también se ha ganado fama de “intensa”, lo sabe y se ríe a carcajadas pues reconoce que es cierto, la partería es su vocación, le interesa mucho los procesos de lactancia, su ambición es formarse en esta área. 

 

Sonríe mucho al hablar, con un gesto amplio y contagioso, aunque cuando algo la aqueja inmediatamente se apaga la luz en su rostro, es muy sensible a las necesidades de su entorno; así educa a sus hijos con quienes hace labores sociales en su barrio, siempre dispuestos a ayudar con las necesidades del barrio.

 

Comienza a contar con entusiasmo que tradicionalmente la placenta es enterrada en una planta de chontaduro, coco, guanábana u otro árbol que será para siempre de ese niño o niña. Además relata que el recién nacido se ombliga con un grano de oro para la abundancia, con quema de hojas de cuaderno y punta de lápiz para que salga estudioso, entre otros elementos de preferencia de la madre. Esta tradición es herencia viva de la ancestralidad africana,  aclara que aunque algunos médicos no están de acuerdo, no conoce infecciones por esta práctica, una vez que el ombligo se cae y es curado con alcohol considera que es seguro. 

 

Al preguntar por las diferencias entre el parto afro y el indígena, relata:

 

El parto de las mujeres afro es más abierto y con menos tapujos; el parto de las indígenas es más íntimo y silencioso. La indígena se arrodilla, siempre con esa calma, a las antepasadas les gustaba mucho el parto en el agua, esa práctica poco se ve en las ciudades, pero en comunidad sí. Sí, también se ve el parto en cuclillas, en hamaca y agarradas de una guasca. No se pierde la costumbre, porque las mamitas y las abuelas siempre están pendientes.

 

Cuenta también  que las parteras aconsejan a la juventud; el embarazo adolescente es muy elevado en el Departamento del Chocó, así que tratan de brindarles información y derivarlos  a servicios de salud sexual para que vivan una sexualidad responsable y segura. También desarrollan una labor comunitaria, ayudando a vestir al recién nacido y apoyando otras necesidades del bebé o de la madre, pese a que no reciben una remuneración por este importante trabajo. 

 

Shirley es coordinadora de parteras en el Municipio de Quibdó, manifiesta que la asociación “trabaja para el reconocimiento de nuestra labor, es una labor digna. Nosotras ayudamos a traer niños al mundo. La red viene trabajando para que nos reconozcan, todavía la partería está viva, se necesita, cada día se pone más viva y más fuerte.”

 

Sueña con que algún día el gobierno las respalde, para que se puedan dedicar por completo a su vocación. Expresa que en muchas ocasiones las parteras no cuentan con dinero para transportarse, trabajan en el campo y les toca salir corriendo para ayudar a una mamá.

 

Cierra la entrevista con una sonrisa amplia en su rostro y afirma: “Mi sueño es ayudar a traer muchísimos niños al mundo y estudiar, me estoy enamorando de la enfermería. Quiero seguir creciendo y aprendiendo de la partería, seguir con el corazón abierto y bondadoso con la comunidad y seguir de la mano de Dios y de la Seño Manuela, apoyar a mis compañeras. Si algo tiene la asociación es el compañerismo, esa unión.“

Shirley
Partera tradiciona



 

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